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Mente... deja robarte algo...
un algo de aquello que guardaste
con el alma agonizando...
destrozada por el
llanto... la tristeza... el desengaño...
de ese algo que aún yace
en el seno del alma
desde entonces casi muerta...
si mente mía... algo de ese amor
inmensamente amado... inolvidable...
que existe como página abierta...
como recuerdo malogrado...
perdurable... en la vida
grabado para siempre.
¡Oh mi Dios!... cuánto la amé... lo sabes...
siempre soñé un amor... parecía ser ella...
Si mente... déjame en este momento
volver a ese amor pasado...
aunque el recuerdo vuelva a avivar
el dolor el fuego casi apagado
de aquéllo que sólo fue
una ilusión incierta
que parecía ser el amor anhelado
pero estaba equivocado.
Era fascinante besar sus labios...
su rostro hermoso...
sus ojos orientales...
adoraba su pelo
que caía a los lados
de los delicados hombros
que tanto acariciaba...
su figura delgada... fina...
exquisita y bien formada
era terriblemente excitante a las caricias
del talle y al suave roce de las manos...
fue inolvidable amanecer en su piel.
¡Oh mi Dios!... cuánto la amé... lo sabes...
siempre sentí su encanto... fue hermoso amarnos.
Me entregué pleno sin pensar en la falacia
del amor que parecía... parecía ser bueno...
abandoné todo... supuse que la
gracia por siempre en el sueño anhelada
simulaba tener vida en aquella
mujer... ciertamente hermosa...
amorosa... gentil...
a quien di mi amor
más tierno profundamente
amante... sincero... creído.
¡Oh mi Dios!... cuánto la amé... lo sabes...
siempre quise su amor... parecía sincero...
¡Pero el amor había muerto en ella!
su temperamento la llevó
por innumerables senderos
donde la quimera
poco a poco se lo fue robando...
confundida por el deseo insano de la pasión
su alma cedió al cuerpo
el hábito de la entrega...
ese libertinaje
la hizo olvidarlo... quise prenderle
en el alma la luz del amor que le faltaba.
¡Oh mi Dios!... cuánto la amé... lo sabes...
siempre la luz del amor... se eclipsó en ella...
Las promesas de amor...
comprensión... respeto...
nuestras caricias y besos...
todo lo olvidaba en un momento
eran mitos para su alma sin luz...
aquellos instantes en
la búsqueda loca
de la aventura amargó
y destruyó su dulzura.
¡Sentí hasta el alma su iniquidad!
los mimos... aquellas caricias amorosas...
su voz graciosa... sus besos... su hermosa sonrisa...
¡Perecieron confundidos
en un prolongado sortilegio!
que irónicamente tenía su encanto
en el amor fingido
de crueldad callada... silenciosa...
que hizo de su vida ¡Una triste perfidia!...
¡Oh mi Dios!... cuánto la amé... lo sabes...
siempre el amor... moría en su alma...
Mas mi entrega y amor
la habían tocado ¡Algo de su luz brilló en ella!
varias veces vi en sus ojos
¡Los destellos del alma!
eran reflejos tenues... olvidados...
del amor que agonizaba...
tiernamente la besaba... ella gemía...
suspiraba... lloraba y... temblando en
sollozos me abrasaba fuertemente
para entregarme en besos amorosos
el poco amor que le quedaba.
¡Oh mi Dios!... cuánto la amé... lo sabes...
siempre creí en ella... por mi amor lloraba...
En esos momentos me embargaba el dolor
sentía una terrible compasión por ella...
quería arrancarla para siempre del pasado...
llenarla con luz de amor
y entregarle mi alma en cada beso
para devolver esa luz a su vida...
ella así lo comprendió
pero estaba señalada por su vida y... lloraba.
¡Oh mi Dios!... cuánto la amé... lo sabes...
siempre quise salvarla... no pudo cambiar...
Luché incansable por ese amor...
por conservar su débil luz que aún ardía...
pero su pasado infiel consumó su obra...
aquella hermosa mujer...
nunca sería sincera para nadie...
su temperamento... su vida entera
era prisionera del placer...
no podría tener con alguien un hogar realizado...
la ponzoña de aquel veneno la perdió...
¡Oh mi Dios!... cuánto la amé... lo sabes...
siempre amaré aquella... ¡Ilusión perdida!...
Cuando comprendí que no cambiaría
el alma desolada agonizó en mí...
dolorosa y lentamente moría mi amor...
un sufrimiento horrible hirió mi mente...
las lágrimas quemaban mi rostro...
dentro de mí... la ilusión... había muerto...
sentía perder su vida para siempre...
mi corazón sucumbía en un triste latir.
¡Oh mi Dios!... cuánto la amé... lo sabes...
siempre creí en su amor ahora... moría...
Me alejé de ella destrozado... herido...
no podía seguir aumentando el daño...
cuánto sufrí su realidad infausta...
mi anhelo... se esfumó...
siempre vivirá su imagen en mí...
decepcionado pensé en la ilusión
perdida... nuevamente
el amor escapaba de mi vida...
tal vez nunca llegue el amor soñado.
¡Oh mi Dios!... cuánto la amé... lo sabes...
siempre recordaré mi... ¡Ilusión perdida!